Cambio de hábitos: por qué cuesta y tres historias de éxito

 

Fátima pasó en apenas unos meses del sedentarismo a correr todos los días ¡y disfrutarlo! Inés cambió por completo su alimentación y ahora se siente mucho mejor. Emanuel se agitaba al pedalear unas cuadras y hoy es biker. ¿Cómo lo hicieron?

Florencia Cunzolo

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FLORENCIA CUNZOLO

Hace dos semanas, por esta misma vía, te contaba la historia de Jorge, que a los 73 años empezó a nadar, se volvió una persona activa, cambió su alimentación y empezó a sentirse "bárbaro", según sus propias palabras.

Quién pudiera ser Jorge, estarás pensando. Es que cambiar hábitos no es nada fácil (de eso vamos a hablar unos párrafos más abajo), pero tampoco es imposible.

Entusiasmadas con el testimonio que Jorge nos envió al canal Preguntas a Buena Vida, fuimos por más. Ludmila Moscato cuenta en esta nota las historias de Fátima, Inés y Emanuel.

"¿Qué nos atrae de esos relatos? Algo del orden de la posibilidad. Si él pudo, yo también podría", plantea.

Fátima estaba en busca de una actividad física que disfrutara y veía con admiración la satisfacción de los runners al correr. Se informó, se hizo un chequeo clínico, adquirió el calzado adecuado y a las pocas semanas corrió sus primeros 10K.

Inés se hinchaba al comer y eso afectaba su calidad de vida. Consultó a una médica, cambió su alimentación y las molestias quedaron en el pasado.

Emanuel se asustó un día que tras pedalear 15 cuadras llegó agitado y dolorido a buscar a sus hijos al colegio. Empezó entonces a andar en bicicleta con más frecuencia y fue incrementando los kilómetros recorridos. Hoy es un biker hecho y derecho.

¿Qué une a las tres historias? El deseo de cambio. En ningún caso fue algo espontáneo, se dio naturalmente. Lo soñaron, lo planearon y finalmente lo lograron: cambiaron.

Contado así, parece fácil. Pero no lo es, admitía en esta nota María Roca, experta en neurociencias y coordinadora científica de Fundación INECO y directora de INECO Organizaciones.

"No es fácil cambiar, se requiere consumir recursos que en general no tenemos: mayor focalización, energía cerebral, mayor fuerza para lograr esa conducta, pero también tiempo, por ejemplo, que es un recurso que por lo general tampoco tenemos", explica la neurocientífica.

A nuestro cerebro le cuesta el cambio, pero a la vez es biológicamente posible lograrlo. Por eso, destaca María, entender cómo funciona puede facilitar el proceso. En la entrevista (que te invito a que leas), nos compartía cuatro pautas que pueden ayudar a lograr cambios:

  • Identificar los factores (internos o externos) que obstaculizan el cambio.
  • Ponerse objetivos alcanzables, y a medida que los logremos, proponerse un objetivo mayor o más ambicioso.
  • No querer cambiar todo junto, sino ir implementando cambios de manera paulatina.
  • Tener en cuenta que la repetición es fundamental para construir un hábito.

¡Éxitos en lo que te propongas! Y si cuesta, ya sabés: fácil no es, pero tampoco imposible. Siempre estás a tiempo de seguir intentándolo.

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