Braian Romero: de no poder caminar por una enfermedad a goleador de Defensa y Justicia en la Copa Sudamericana

Que a uno le digan que no podrá hacer más su trabajo es muy duro. Y mucho peor si se agrega que tal vez no pueda volver a caminar. En ese profundo subsuelo anímico andaba Braian Romero, un joven futbolista víctima de artritis reumatoidea que tenía poco menos que paralizado su tren inferior. Su abuela lo acercó a Dios, y el delantero decidió dejar de consumir las pastillas diarias que le habían recetado. Santo remedio: Romero se curó. Volvió a ser. Y ahora, algunos años después, cuando valora más su familia y lleva adelante un merendero comunitario, disfruta su mejor momento, como máximo goleador en pos de una Copa Sudamericana que su Defensa y Justicia intentará conquistar este sábado, frente a Lanús.


Se despertó de una siesta con un dolor fortísimo en el sacro. "No vas a poder jugar más al fútbol". El diagnóstico médico, en noviembre de 2012, cayó como una sentencia. Acompañado de su esposa, Romina, se marchó llorando desde la consulta en Villa Urquiza hasta su casa, en Beccar. Le pidió a Dios que le diera otra chance: el fútbol, en definitiva, era lo que más amaba. Le dolía el cuerpo, y también el alma. Una artritis reumatoidea (una enfermedad que lleva a la inflamación de las articulaciones y tejidos circundantes) lo tenía a maltraer, inclusive para caminar. Se aferró a Dios y batalló. En el medio, un deseo de superación del momento y el desafío de seguir persiguiendo las metas. Es la historia de Braian Romero, el máximo goleador de la Copa Sudamericana y una de las estrellas de Defensa y Justicia, finalista que sueña con ir por más.

"Ese día en el que me levanté de la cama el dolor era terrible. Y desde Acassuso, mi club, me llevaron a ver a un médico porque no sabíamos qué era. Fuimos al hospital, estuve 15 días internado y prácticamente no podía moverme de la cintura hacia abajo. Me hicieron un montón de estudios para ir descartando cosas. Y a los seis meses me detectaron esa enfermedad. Un mazazo", detalla Romero para LA NACION.

A Romero, su mundo, el de la pelota, se le había venido abajo. "Tomaba tres pastillas por día y un corticoide por semana. Pero nada funcionaba y el reumatólogo me recomendó que dejara de jugar al fútbol, que ya estaba. Me decían que inclusive podía tener complicaciones para caminar en el futuro. Fue un golpe durísimo. Yo estaba jugando bien en Acassuso y había entrado a un lista de futbolistas de la B Metropolitana", se retrotrae.

Romero tuvo artitis reumatoidea y un médico le sugirió que no volviera a jugar al fútbol, incluso con riesgo de no poder caminar más; por sí mismo, el delantero dejó de tomar sus pastillas y mejoró.
Romero tuvo artitis reumatoidea y un médico le sugirió que no volviera a jugar al fútbol, incluso con riesgo de no poder caminar más; por sí mismo, el delantero dejó de tomar sus pastillas y mejoró. Fuente: LA NACION - Crédito: Daniel Jayo

La lucha duró más de un año y dos meses. Al presidente de Acassuso, inclusive, le recomendaron que le buscara a Romero un espacio para trabajar dentro del club. "En un momento, cuando ya no sentía alivios, estaba quemado de la cabeza. Mi abuela me insistió para ir a la iglesia. Honestamente, yo creía en Dios, pero hasta ahí nomás. Siempre con respeto, pero no le daba demasiada importancia. Entonces un día fui y me encontré con un pastor. Él me ayudó mucho, me habló de sanar. Yo le preguntaba cosas, leía, empecé a interesarme. Un día escuché algo muy lindo: hablaba de la fe. Entonces comencé a acercarme más y más. Y sin ninguna sugerencia, ni del pastor, ni de mi abuela, ni de nadie, dejé de tomar las pastillas. Fue una decisión absolutamente mía. Al tiempo mis estudios y mi cuerpo empezaron a mejorar", subraya.

Romero se lanzó: empezó a caminar, a trotar y a correr. Lo intensificó, lo hizo cada vez más fuerte. "Un día me di cuenta de que ya nada me dolía", expresa. Y añade: "El médico que me dijo que no iba a poder jugar más no podía creerlo cuando vio que estaba recuperado. Él hizo todo lo que estuvo a su alcance. Y creo que gracias a Dios yo me puse bien. Fue un milagro".

A ocho años de uno de los momentos más difíciles de su vida, Braian Romero disfruta el presente. Es el mayor anotador de la Copa Sudamericana, con nueve conquistas en ocho partidos. Viene de marcarle tres tantos a Coquimbo, de Chile, en la semifinal. Lo más probable es que finalice el torneo como el máximo artillero, dado lo siguen Nicolás Orsini (también finalista, con seis) y Gilberto, del eliminado Bahía, con la misma cantidad. "Soy uno de los más grandes de Defensa y ocupo un rol en el que trato de transmitir paciencia a los más chicos", dice el delantero.

Romero es uno de los baluartes del "Halcón", que el sábado definirá ante Lanús el torneo internacional, posible premio a un hombre que se empecinó en luchar contra el reloj. Mucho sacrificio, voluntad. Y no duda: volvería a pasar por ese sufrimiento para tener la vida de la que hoy goza. "Esa experiencia me marcó muchísimo y me ayudó para estar centrado, para estar con mi familia. Hoy tengo todo lo que quiero, a mi mujer y a mis tres hijos. Siento que la enfermedad fue un momento que Dios me puso en el camino y volvería a elegirla porque me ayudó a valorar muchísimas cosas y a crecer como persona", sostiene.

Romero sabe lo que es volver a levantarse. Siempre estuvo decidido a mantener la mente en positivo. A su despegue en Acassuso siguieron pasos por Colón, Argentinos, Independiente y Paranaense (Brasil). Con altos y bajos, se lució en el Halcón de Florencio Varela desde que puso la firma en septiembre de 2020 (su ficha pertenece al Rojo de Avellaneda). "Me sentí muy cómodo en Argentinos porque logramos el ascenso y fui goleador. En La Paternal encontré muchísima felicidad, la gente me hacía sentirme querido. Y a Defensa llegué con muchos sueños, pero nunca imaginé que iba a darse de esta manera. Sin dudas en la actualidad estoy mostrando uno de mis máximos rendimientos", remarca.

Los sueños internacionales de Defensa y Justicia se hicieron realidad tras un viaje que comenzó en la Copa Libertadores al inicio de 2020. Un año después, el club está a las puertas de la gloria. Lo espera Lanús para el sábado en el estadio Mario Alberto Kempes. "En los papeles asoma como un muy buen partido. Puede pasar cualquier cosa. Es una final, y un error puede quitar el campeonato, tanto a ellos como a nosotros. Creo que el que menos falle va a ser el ganador. El que mejor maneje el nerviosismo y la ansiedad va a tener una ventaja", avizora el delantero de 29 años.

Un abrazo con Walter Bou, en un Defensa y Justicia que reúne jugadores de aquí y de allá y arma equipos competitivos.
Un abrazo con Walter Bou, en un Defensa y Justicia que reúne jugadores de aquí y de allá y arma equipos competitivos. Crédito: Mauro Alfieri/Pool Argra

¿Cuáles son las principales virtudes de su equipo? "Nunca renunciamos a la idea que tenemos ni a la identidad de juego. En la Libertadores nos quedamos afuera en el último minuto, pero supimos reponernos. Hernán Crespo nos aporta mucha seguridad y confianza. Lo pueden decir mis compañeros: es una persona leal, honesta. Nos habla desde el corazón y nosotros nos jugamos la vida por él y su gente", responde.

Romero habla desde la tranquilidad de su hogar. Mantiene la calma, disfruta del momento. Es un pibe de barrio, que mira alrededor y siempre está dispuesto a tender una mano. No se olvida de sus días de trabajo en una verdulería familiar de Juan B. Justo al 200, cuando tenía 20 años. Conciencia social para el goleador que hoy tiene un merendero, aunque él prefiere mantener un perfil bajo. "Es algo que hago callado porque soy vergonzoso. Con mi familia intento ayudar al resto. Y durante la cuarentena por el coronavirus salimos a repartir alimentos en la calle", cuenta quien también ha colaborado con peñas del Halcón.

Sin dudas, Romero construyó su historia a pesar de las adversidades. La fe le sirvió como bastón y motor a la hora de atravesar situaciones límite. Y en cada una de sus respuestas son identificables las ganas de salir adelante. "No tengo dudas: nunca habría sido la persona que soy si no hubiera transitado esa enfermedad. Humildemente, creo que a través del fútbol hay un mensaje para la gente que está con dolor. A veces hay una salida", confía.

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