¿Con o sin“h”?: palabras que nos hacen dudar

Es muda, pero da mucho que hablar. Revisemos las reglas y algunas confusiones frecuentes.

La “h” es una piedra con la que es muy fácil tropezar. En esa frenética búsqueda de productividad que caracteriza nuestro tiempo, la pregunta “¿para qué sirve si no se pronuncia?” vuelve como la pleamar. “No todo lo que existe tiene que servir para algo”, sería mí tímida pero contundente defensa. La “h” es una huella del recorrido de nuestra lengua desde los fenicios hasta hoy. Sí, fue empleada por este pueblo de navegantes y así llegó al abecedario griego. A esa altura del camino, no era muda, su sonido coincidía con la pronunciación de una “j” aspirada.

Con el paso del tiempo, se fue suavizando fonéticamente. Se volvió muda, pero la grafía subsistió. La “h” del latín fue conservada por muchas palabras del español; otras, que tenían “f” en latín, cambiaron esa consonante por la “h”. Farina se convirtió en harina; ferida, en herida y facer, en hacer.

Hasta acá un poco de historia, pero antes de pasar a la parte práctica que pretende ser una ayuda para que escribamos mejor, repasemos por qué la ortografía es siempre un punto de conflicto. Se la define como “el conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua”. Algunos se indignan con ferocidad frente a una palabra mal escrita; otros dicen que es una cuestión de “purismo” y que si se entiende no importa cómo esté escrito.

Gabriel García Márquez

“Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna; enterremos las haches rupestres...”.


Un representante de esta segunda posición fue el escritor colombiano Gabriel García Márquez. En el Congreso de la Lengua de México, en 1997, propuso liberar a la lengua española de los “fierros normativos” para que entrara en el siglo XXI “como Pedro por su casa”. En el fragmento más épico de su ataque, tildó a la “h” de vetusta: “Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna; enterremos las haches rupestres; firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota; y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer la grima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver”.

Pero ganaron las reglas...

Más allá de la intención de abolirlas, las reglas siguen firmes. Aunque la “utilidad” se sigue planteando como motivo de discusión y una mirada antropológica de la lengua explica por qué algunos tienen más acceso a escribir bien, es innegable que usar las formas correctas causa un mejor impresión en el destinatario y que en muchos casos los errores ortográficos provocan problemas de comprensión. “Va a ser una buena exposición” no es lo mismo que “va a hacer una buena exposición”, por citar un caso. Hay que decir que no *emosidoengañados, la ortografía organiza la mente. Ya sé suena igual, pero ¿quién puede leer esto y entender “hemos sido engañados”? “No se entiende”: es el mismo argumento que usé para defender la presencia de las tildes, siempre, en las mayúsculas también.

Con o sin “h”

¿La “h” es un capricho? A veces parece que sí, pero si consultamos las reglas vamos a ver que hay “lógicas” para agrupar las palabras:

  1. Se escriben con “h” los verbos de uso frecuente: haber, hacer, hallar, hervir, herir, hinchar, huir, hablar, helar, hartar, helar.
  2. Se escribe “h” delante de los diptongos /ua/,/ue/, /ui/, tanto en inicial de palabra como en posición interior a comienzo de sílaba: huevo, hueco, huérfano, huir, cacahuete.
  3. Se escribe “h” en las palabras que empiezan por secuencias herm-, histo-, hog-, horr-, hosp-: hermoso, historiador, hermafrodita, hogareño, hospitalización.

Confusiones de hoy y de siempre

Más allá de la posibilidad de memorizar listas -un recurso muy útil que además funciona como un mantra-, hay confusiones frecuentes que vale aclarar. Lo que pasa en estos casos es que hacemos deducciones equivocadas que nos llevan a tropezar con la piedra.

  • Ojear y hojear: son homófonos. Se pronuncian igual y se escriben distinto. El primer verbo, que viene de “ojo”, tiene dos significados posibles: provocar el “mal de ojo” y “mirar superficialmente un texto”. El segundo, que viene de “hoja”, quiere decir “pasar las hojas de un libro”. Dos ejemplos: “Solo ojeé el primer párrafo” y “siempre hojeo el libro antes de comprarlo”.
  • Allanamiento y hallar: el sustantivo “allanamiento” se escribe sin “h” porque no es un derivado del verbo “hallar” al que le corresponde el sustantivo “hallazgo”. Aunque en el “allanamiento” subyace la idea de “búsqueda”, no tiene nada que ver con “encontrar” que es sinónimo de “hallar”. El verbo que le corresponde es “allanar”: entrar en casa ajena contra la voluntad de su dueño.
  • Exhibicionista pero exuberante: hay muchas palabras que empiezan por “ex-” que van con “h” intermedia: exhalar, exhausto, exhibición, exhortar y exhumar y sus derivados. Por eso no hay que dejarse llevar y ponerles “h” a “exuberancia” y “exuberante”.

Son muchas reglas. Por eso es tan complicado recordarlas y a veces queremos sacarnos las ataduras y escribir como sea. Calma. Con paciencia se aprenden, la fuerza de la repetición triunfa. El resultado vale la pena.

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